Fundación Andreu Nin (Asturies) |
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Octubre, 2013
El libro "Cartas a Óscar", presentado en La Felguera, recoge correspondencia del histórico militante Manuel Grossi Mier
Mieres, 4 Octubre 2013, J.A. Vega Club de Prensa La Nueva España
Cartas íntimas, reseñas de lo que acontecía en la vida nacional e internacional, pero también mirada a lo local con recuerdos de la vida mierense en los años anteriores a la Revolución del 34. Todo tiene cabida en "Cartas a Óscar" escritas por el histórico militante asturiano Manuel Grossi Mier, conocido como Manolé. El libro fue presentado en la Casa de Cultura "Alberto Vega" de La Felguera, en un acto organizado por la Fundación Andreu Nin de Asturias, en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. En la presentación participaron Fernando Fernández, miembro de la Fundación, y Ernesto Burgos, historiador y editor del libro. Fernando Fernández realizó un rápido recorrido por la trayectoria de Manolé, recordando que fue militante del Bloque Obrero y Campesino de Asturias, con un papel destacado en la Revolución del 34 y en la Guerra Civil hasta su exilio en Francia. Fernández apuntó que el libro recoge correspondencia con Óscar García, su amigo de infancia y juventud, entre 1976 y 1982, y que la edición ha sido posible gracias a la Fundación Andreu Nin de Asturias y el Ayuntamiento de Mieres.
Ernesto Burgos, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, señaló que es una selección de 20 cartas que Manolé escribió desde el exilio a su amigo Óscar García. La familia de Óscar hizo llegar al historiador las cartas que éste había guardado y con el permiso de las dos familias ha hecho una selección de veinte que están acompañadas de una selección fotográfica cedida por Germinal Grossi, hijo del histórico militante. Burgos comentó que las cartas van dirigidas a un amigo y no se pensaron para que las leyera nadie más, por lo que son sinceras y carecen de la autocensura a la que se someten los textos que están escritos para ser publicados. El editor indicó que el libro tiene un doble valor porque sirve para recordar Octubre de 1934 y la llamada Transición democrática. Destacó el análisis que Manolé va haciendo y que "cobra con el tiempo una vigencia que parece hasta extraña". En sus comentarios hay crítica a la evolución de los partidos, el "carrillismo", el "felipismo", la UCD y un análisis "desde la perspectiva del viejo luchador que nunca abandonó su compromiso, la evolución de la izquierda durante la transición española".
Ernesto Burgos reivindicó en su intervención a Manuel Grossi Mier, "una talla de persona con otra pasta, que representa una idea y una honradez que atraía a la gente". Recalcó que "Manolé transciende la historia de un personaje local porque, además de ser un personaje clave en la Revolución de 1934, los comienzos de la Guerra Civil en Cataluña no se entienden sin su presencia". Y es que Manolé fue uno de los dirigentes de la columna Lenin formada en Barcelona con militantes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) cuya trayectoria aparece reflejada en la película "Tierra y Libertad" del director británico Ken Loach.
Tras la presentación del libro se proyectó el documental "A Grossi, Manolé, un héroe revolucionario" que recoge las imágenes del homenaje y descubrimiento de un monolito en su honor, celebrado el pasado mes de mayo en Mieres. Los actos de homenaje continúan y el domingo 6 a las 13.00 se realizará una ofrenda floral a los pies del monolito que está ubicado en la Plaza de los Antiguos Juzgados de La Villa en Mieres. En el acto se leerá una carta de Germinal Grossi, hijo de Manolé.
Mayo, 2013
Mieres del Camino, Julio VIVAS. Entrevista a Germinal Grossi Hijo de Manuel Grossi Mier, «Manolé», que recibe un homenaje en Mieres
El mierense Manuel Grossi Mier «Manolé», fallecido en 1989, fue uno de los protagonistas más destacados de la Revolución de Octubre de 1934. Una lucha que acabó pagando primero con la cárcel y, tras la Guerra Civil, en el exilio. Su hijo, Germinal Grossi, residente en Francia, guardián de su memoria y orgulloso heredero de sus ideas, visita estos días la villa para asistir a los actos de homenaje que ha organizado la Fundación Andreu Nin y el Ayuntamiento de Mieres con la colaboración del club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.
-¿Qué supone este homenaje a la figura de su padre?
-Poder estar aquí y presenciar este homenaje es un gran orgullo, tanto desde el punto de vista emocional como el personal. Creo que estas jornadas también suponen un reconocimiento a todos los que en 1934 salieron a la calle para dar vida a una nueva sociedad, hechos de los que me siento también muy orgulloso como hijo suyo.
-Su padre fue uno de los principales protagonistas de la revolución de 1934.
-Y es todo un honor. Mi padre lo recordaba todo con una emoción profunda, sobre todo cuando venían a casa amigos suyos, también refugiados en Francia, y empezaban a contar historias de entonces. No era nada soberbio al relatar los hechos ocurridos, sino que era su modo de ser, su visión de la política y la nueva sociedad, algo que ocurrió de manera casi natural. De hecho, hasta sus últimos días se mantuvo en guerra interna contra la derecha y el capitalismo, nunca cambió de mentalidad.
-Uno de los hechos más destacados fue cuando proclamó la revolución desde el balcón del Ayuntamiento de Mieres.
-Tengo un vago recuerdo de aquellos días porque yo era muy pequeño, pero para él fue todo un orgullo presentarse en el balcón y proclamar la revolución, porque suponía la materialización de las ideas que había puesto en el camino.
-¿Cómo fue el tiempo que su padre pasó en la cárcel?
-Nunca contó esa experiencia con odio, ni contra los que lo metieron en la cárcel ni contra los que le torturaron, tan sólo afirmaba que ellos eran de un lado y él del otro. Eso a pesar de que las cosas no eran iguales en el otro lado, tal y como se muestra en el libro «La comuna asturiana. Revolución de Octubre de 1934», de Bernardo Díaz Nosty, los insurrectos se comportaron con la gente encarcelada de una manera más humana que los otros. Esa era la idea que tenía mi padre de la revolución, no era matar a diestro y siniestro, sino respetar a los otros aunque no tengan tus mismas ideas. Al final, son seres humanos que combaten por sus ideas, por eso hay que respetarlos como seres humano. Esa era su visión, aunque quizá no todos pensaban como él.
-¿Cómo fue la vida de su padre en el exilio?
-Mamá fue la primera en irse, se había escapado por los Pirineos porque la frontera estaba cerrada. Después se marchó él. Primero estuvo en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, que también era de reparto, donde le enviaron a otro cerca de Carcasona. Allí pedían hombres para trabajar en las minas de carbón y como era minero, se fue allí. Pero no aguantó mucho debido a su enfermedad y acabó en el sur de Francia, primero en el puerto de Marsella, donde también había mucho español refugiado, y más tarde en las minas de bauxita, donde acabó jubilándose. Fue una vida muy dura porque tenía que dar de comer a cuatro hijos, aunque al final consiguió asentarse y construir una casa en Vignoles que, de forma irónica, llamó «El exilio».
-¿Tuvo mucha pena su padre de no poder regresar a España?
-La verdad es que sí, aunque logró hacer un viaje una vez que falleció Franco. Pidió el pasaporte inmediatamente, aunque no sé por qué, el documento se le retrasó un poco y echaba chispas. Recuerdo que decía «cómo puede ser que Carrillo tenga un pasaporte y yo no». En cuanto le llegó a casa el documento, cogió el coche y cruzó la frontera.
-En la situación actual, con tantos recortes y paro, ¿podría estallar una revolución?
-Creo que vivimos tiempos muy similares a los de la revolución de 1934, hay muchas semejanzas. Llegaría si la gente lograra dejar de lado algunas reglas dogmáticas y de ambición personal. La revolución se pudo llevar a cabo porque todo el mundo quería luchar por lo mismo y conjuntamente. Dejaron de lado los dogmas socialistas y anarquistas, y se unieron para una sola causa. Hoy, si las izquierdas hicieran lo mismo que en 1934, Rajoy se volvería a Galicia, pero están divididas y hace difícil la revolución.
-De llevarse a cabo, ¿sería una revolución como la de 1934?
-No lo sé, porque mantener una posición contraria es muy sencillo, pero coger las armas y salir a la calle es algo bien distinto. Es fácil decir que vamos a hacer la revolución, pero es muy difícil dar el pecho para defenderla.
-¿Afectan los recortes y el paro de igual manera en Francia?
-La situación es muy similar, las fábricas están cerrando y el paro aumentando, con lo que las personas tienen cada vez menos que comer. La izquierda en Francia está muy débil, pues allí el Partido Comunista casi ha desaparecido. Además, los que votaron al socialista Hollande están muy descontentos porque no está cumpliendo lo que prometió, incluso en su partido hay personas que dicen que tiene que despertar, aunque otras le sugieren que no vaya tan deprisa.
Mayo, 2013
El presidente de la Fundación Andreu Nin participó en Mieres en un coloquio sobre la película «Tierra y libertad»
09/05/2013 J. Á. GAYOL. La jornadas de análisis histórico y reconocimiento personal a la figura de Manuel Grossi Mier tuvieron un capítulo emotivo con el cineforum que se celebró en el Salón de Actos de la Casa de Cultura de Mieres en torno a la película «Tierra y libertad», de Ken Loach. Estas jornadas estaban organizadas por la Fundación Andreu Nin con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas y contaron en esta ocasión con la participación de Pello Erdociain, secretario de la Fundación Andreu Nin de Cataluña, y Enrique del Olmo, presidente de la Fundación Andreu Nin. La moderación de la mesa corría a cargo de Verónica Rodríguez.
Tras visionar la película «Tierra y libertad» se abrió un diálogo con el público asistente sobre los aspectos que trata la película, y en especial la purga del estalinismo, que representaba el Partido Comunista, contra los troskistas del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) y los anarquistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), en una guerra dentro de la Guerra Civil. Según Enrique del Olmo, «Stalin tardó unos meses en decidir si entraba o no en la Guerra Civil, y lo que pretendió fue preparar una democracia popular en España como experimento de lo que luego llevaría a cabo en algunos países centroeuropeos. Pretendía convertir a España en una provincia de la URSS».
El ascendiente de la URSS en aquel contexto era muy importante, y es necesario tener esto en cuenta para entender la situación. «La URSS era el único país, con México, que apoyaba a la República mostrando su solidaridad, tenían una gran influencia dentro del gobierno de la República a través de Negrín y otros cargos importantes. Por tanto, la propaganda los situaba como los grandes defensores de la democracia, aunque al mismo tiempo apostaban por matar cada vez más troskistas», explicó Pello Erdociain.
En la misma línea se expresó Enrique del Olmo, presidente de la Fundación Andreu Nin, que quiso hacer una reflexión «para realzar el valor de aquella gente que denunció el estanilismo, desde Trotsky al ILP inglés (Partido Laborista Independiente) o el POUM. La presión del aparato estalinista a nivel internacional es algo que ninguno de nosotros es consciente de lo que significaba en aquel momento dentro del movimiento obrero. Significaba ser perseguido incluso dentro de los partidos comunistas. Todo aquel que había participado en la contienda civil era tenido por sospechoso. Era una maquinaria ideológica de lo más deleznable que ha pasado por la historia de la humanidad. Además, basándose en el heroísmo de gran parte de su militancia, puesto que es cierto que los miembros del PCE fueron muy perseguidos, torturados y asesinados, pero también es cierto lo otro: el totalitarismo criminal de Stalin».
Pello Erdociain sitúa el comienzo de la persecución de Stalin contra el POUM «en una publicación de agosto de 1936 en la que los miembros del POUM defienden su honor de los ataques injustos que reciben. Son los primeros, como partido político, que denuncian la represión del estalinismo. Esto es lo que determina o acelera que al POUM haya que destruirlo». Y añadió que «el POUM tiene ese doble valor de hacer la denuncia y de hacerlo desde la izquierda». ¿Qué hace la dirección de la CNT?. «Ellos pensaban que la guerra era entre estalinistas y troskistas, un conflicto entre marxistas, pero luego Stalin fue a por ellos. Tampoco ayudó que no quisieran asumir el poder, algo que iba contra la esencia del anarcosindicalismo de la CNT», dijo el secretario de la Fundación Andreu Nin de Cataluña.
Enrique del Olmo quiso destacar también que «al volver a ver la película se tienen sensaciones ante lo magníficamente expresado que está el tema, incluso sin estar previamente alineado con ninguna posición. Refleja sintéticamente tres o cuatro de las grandes discusiones del momento, por ejemplo el tema de la mujer. El POUM intentaba dar un papel a la mujer en la guerra. Quedaba mucho por recorrer para la liberación de la mujer y para que tomase un papel más significativo».
Mayo, 2013
El profesor presentó en Mieres, junto al hijo del líder revolucionario y de María Teresa Carbonell, el libro «Cartas a Óscar»
Mieres, 4 Mayo 2013, JÁG para La Nueva España
Las jornadas dedicadas a Manuel Grossi «Manolé» se abrieron en Mieres con la presentación del libro «Cartas a Oscar» y el acto contó con la intervención del historiador y profesor Ernesto Burgos, del hijo de Manolé, Germinal Grossi, y de María Teresa Carbonell, presidenta de honor de la Fundación Andreu Nin de Cataluña. El moderador fue Boni Ortiz, de la Fundación Andreu Nin de Asturias, entidad organizadora con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.
Para Ernesto Burgos, «Manuel Grossi era un personaje muy olvidado, incluso para los historiadores». Y aclaró que «su papel en la Revolución del 34 y en la Guerra Civil estuvo silenciado porque no era de la cuerda de los historiadores de izquierdas, ni del PSOE ni del PCE». En este sentido, Burgos ha trabajado a fondo en la figura de Grossi. «Cuando empecé hace años encontré que este hombre no aparecía en los libros y me resultaba muy interesante», explicó Burgos. No en vano, Manuel Grossi fue un actor principal en los acontecimientos históricos de aquellos tiempos y fue él quien proclamó la revolución desde el ayuntamiento de Mieres en 1934. El conflicto le llevará a la cárcel, y cuando sale tras la amnistía, marcha a Barcelona donde se encontraban militantes afines a su ideología. De hecho empezó militando en una organización de origen catalán, el Bloque Obrero y Campesino, que tenía implantación en Mieres. «Cuando empieza la guerra civil Manuel Grossi estará al frente de la División Lenin, y sufrirá las purgas del ala estalinista de los comunistas contra los trosquistas del POUM, donde se hallaba Grossi».
La figura de Grossi también fue glosada por María Teresa Carbonell, que lo conoció en su juventud, y especialmente por uno de sus hijos, Germinal Grossi, venido expresamente desde Francia. El hijo de Manolé recordó la figura de su padre y una visita de juventud a Mieres en los años sesenta. Germinal Grossi vino a conocer a Marcelino Magdalena, amigo y compañero de su padre. La Guardia Civil, sin embargo, leía la correspondencia de algunas personas y estaban enterados de la visita. Le propinaron una paliza a Marcelino Magdalena, y a Germinal Grossi le metieron en el calabozo hasta la hora de salida del tren de vuelta a Francia, donde residía.
El libro «Cartas a Óscar» recoge una colección de cartas que Manolé mandó desde el exilio a su amigo Óscar García, comentando la Transición española, e hilvanándolo todo con recuerdos de mierenses de los años treinta. «Analiza la Transición desde la izquierda revolucionaria, con criticas a Felipe González, a Carrillo, al Rey...», explicó Ernesto Burgos. «Es interesante ver cómo, a pesar de las discrepancias políticas que pudieran mantener, hay una línea de cariño que no traspasan. Es algo que me resulta muy emotivo».